I Cosas Santas y Cosas Sabias
Hace tiempo que estoy convencido que los primeros 19 remedios que Bach descubre, necesitan ser explicados por la Kábbala y los 19 restantes por la Alquimia. No de un modo excluyente, pero si preferente. Me explico. Tanto por su naturaleza y configuración, como por su forma de preparación, método solar, los primeros 19 remedios están destinados a ayudar a “terrenalizar” el alma para permitirle, de esa manera, realizar su proceso de aprendizaje en la Escuela de la Tierra. Es decir, transformar el espíritu en materia, el oro en plomo, la luz en color, el Sol en Antimonio. Por su parte, los últimos 19, preparados por el método de ebullición, ponen el acento en la labor de “almatizar la personalidad”, convertir la materia en espíritu, el plomo en oro, el color en luz, el Antimonio en Sol. Lo que expone la Kábbala es, justamente, como acontece la dinámica por la cual el espíritu se materializa o encarna, Dios se hace hombre, en tanto que, la Alquimia, por su parte, da cuenta de cómo la materia se espiritualiza, lo humano se diviniza y el alma regresa a su hogar celestial. En este contexto, Louis Cattiaux señala que la expresión “las cosas santas” indica en la cábala cristiana el misterio de Dios hecho hombre, y “las cosas sabias” al arcano del hombre restaurado como Dios. Esta línea de pensamiento nos lleva a decir que las “cosas santas” de Cattiaux se vinculan con los primeros 19 y las “cosas sabias” con los últimos 19 o que los primeros 19 nos santifican, al hacernos fieles a nosotros mismos, mientras que los segundos 19 nos hacen sabios al no permitir que ninguna interferencia nos aleje del camino de regreso al hogar espiritual de dónde provenimos.
Esta polaridad no debe engañarnos. No se trata de exclusión sino de complementariedad, ya que, Kábbala y Alquimia no son campos separados, sino dos alas de un mismo arte donde fe y conocimiento, intuición y reflexión, gracias y naturaleza, se unen.
II El semblante del sol
Bach, establece una comparación entre la Luna y la personalidad y entre la posición de la luna en el nacimiento y los diferentes tipos de personalidades florales. Aunque solo lo enuncia, la idea está allí: “Nuestra personalidad se puede deducir a partir de la posición de la luna en el momento del nacimiento…” Claro está que el concepto de “posición de la luna” abre un debate por el hecho que, en el tiempo de Bach y de la Astrología a la cual él tenía acceso, tal término alude a la fase de la luna más que al signo en el cual la luna se encuentra en el momento de nacimiento. Y si bien es cierto que una razón lógica hace establecer vínculos entre las lunas en los signos y los Doce Curadores, explorar las lunaciones no deja ser un sendero de investigación particularmente significativo, más cuando se establece la correspondencia entre fases lunares y los cuatro elementos o cuando se piensa que Paracelso, cuyo pensamiento influyó tanto en Bach, imaginaba a la luna como la sal que une la forma y el movimiento de la vida. En este contexto, el ciclo de las lunaciones expresa, entre otras realidades, el cambio en la relación entre el Sol y la Luna, entre el Alma y la personalidad. La luna refleja el semblante del Sol y, la luna, como personalidad, refleja, entonces, el tipo de alma que encarna en ella. Así, la Luna-personalidad, es la mediadora entre el espíritu y la materia, lo que da posibilidad que el alma se haga carne. Y esto, según Bach, se concreta por doce caminos diversos. Entonces, la Luna, la personalidad, es el medio, el recurso, para alcanzar un fin: la evolución del alma.
III La luna santificada
En este sentido, es interesante imaginar el hecho que la luna no genera luz alguna sino que toma la del Sol y, de ese modo, resplandece como una luminaria. Es cierto que su capacidad lumínica no es propia, que la Luna no es “dueña” de su propia luz pero, lo sugestivo es que, la Luna, no brilla para ella sino que recibe la luz del Sol para darla a otros. Opera como un puente entre el Sol- Espíritu y la Tierra-Materia. Esto hace comprensible la idea de Bach en torno que la personalidad es una estructura que carece de luz propia (como la Luna) y que aquella que posee la recibe del Alma (Sol) y que, el proceso de evolución, no consiste en renunciar a la carne sino espiritualizarla, “elevar sus vibraciones”. Esta apertura de las “…puertas de la personalidad a la luz del alma:”, en la Kábbala se llama Luna Santificada. En términos bachianos: que la personalidad se alinee con los mandatos del alma para permitirle realizar su aprendizaje evolutivo. Así, la personalidad, estaría “santificada”.
IV Ofrendarse al servicio
Mirando el Árbol de la Vida, la exaltación de Maljut, Reino Interior, a Bina, Entendimiento, es la médula del proceso de “santificación de la luna” o de la personalidad, lo que implica alcanzar una disposición de profunda fe y confianza por la cual, la persona, trascendiendo las consideraciones de la razón y el pensamiento, asume conscientemente consagrar y ofrendar su labor en la vida, a un fin superior de servicio. Esto supone que, la personalidad, deje atrás sus anhelos egóticos de esperar recibir para adherirse a la militancia del asistir, de ayudar al prójimo. La visión de Bach es congruente con esta idea cabalística. Hay muchas citas posibles para reafirmar lo dicho hasta aquí pero la siguiente es muy ilustrativa: “De la misma forma en que existe una causa principal para toda enfermedad-llamémosle egoísmo- también existe un gran método de alivio para todo sufrimiento: la transmutación de ese egoísmo en devoción por los demás. Si sólo desarrolláramos lo suficiente la cualidad de dejarnos llevar por el amor y el cuidado de quienes nos rodean, disfrutando a pleno la gloriosa aventura de adquirir conocimientos y ayudar al prójimo, nuestros pesares y sufrimientos desaparecerían rápidamente. Este es el gran objetivo final: el abandono de nuestros propios intereses en beneficio de la humanidad.” (Bach)
V Amor y destino
En este mismo marco, a diferencia de la visión sobre la Luna de ciertas miradas astrológicas que establecen una cierta predicción en base al tipo lunar, la astrología kabbalística sustenta la proposición de colocarse más allá de las influencias planetarias y tomar control y hacernos responsables de nuestras propias vidas. En esa dirección Bach señala que “… nuestros peligros son las interferencias de los planetas. …los astrólogos ponen demasiado énfasis en los planetas, ya que, si somos capaces de conservar nuestra personalidad, de ser fieles a nosotros mismos, no debemos temer ningún aspecto planetario o externo. Los remedios nos ayudan a mantener nuestra personalidad. Sólo en las etapas más tempranas de nuestra evolución nos impulsan y gobiernan directamente uno o más planetas. En cuanto desarrollamos el amor, es decir, el gran amor a nuestros semejantes, nos liberamos de nuestras estrellas, perdemos nuestra línea del destino y para bien o para mal dirigimos nuestra propia nave.” Y aunque se aleja del tema central de este escrito, es bien importante esta idea que el amor nos libera de la fuerza del destino.
VI Saber leer
Creo haber ilustrado, en parte, el punto de mi tesis inicial. Dar cuenta de todo el andamiaje de esta mirada kabbalistica-alquímica sobre las “Dos Listas” de Bach supone un ejercicio de reflexión que no solo supera este espacio sino mis posibilidades reales de llevarlo a cabo. Quizás, esta narración pueda ser considerada como leyenda, y está bien que así se la vea, porque, la palabra leyenda significa, en su origen, “cosas que se deben saber leer”. Aprender a saber leer a Bach, es la pasión en la que estoy comprometido.