La vida desde el mismo momento de la concepción nos empuja por el camino de eventos inesperados, crisis y traumas. El nacimiento se comporta como la huella y modelo de toda pérdida y todo trauma. Sin embargo, en la mirada propositiva es posible concebir estas circunstancias como propuestas del alma para llevarnos a lugares y situaciones donde debemos realizar algún aprendizaje.
De manera que si bien traumas y crisis tienen un carácter muchas veces dolorosos también se convierten en una oportunidad para realizar cambios, dejar atrás el peso de cosas superadas y sanar padeceres.